miércoles, 31 de julio de 2013

NIBIRU… EL PLANETA X

EL MUNDO OCULTO
Por Roberto S. Contreras Esparza 
Relacionado con el planeta X o Nibiru, se ha dicho mucho y aun sigue causándonos expectación y varias preguntas surgen al saber sobre él. Buscando información referente a Nibiru encontramos en la red a grandes rasgos, que Nibiru para los babilonios, era un cuerpo celeste asociado con el dios Marduk y significa “lugar que cruza” o “lugar de transición”. En muchos textos babilonios se identifica con el planeta Júpiter, aunque en la tablilla 5 de la Enuma Elish se asocia con la Estrella Polar, que también se conocía como Thuban. Uno de sus máximos difusores fue Zecharia Sitchin quien tradujo algunas tablillas de arcilla que se encuentran en distintos museos del mundo y en ellas estaba escrita, una nueva versión de la creación humana, en la cual se dice que seres extraterrestres serían los responsables del inicio y la evolución de la especie humana.

MÁS SOBRE EL MISTERIOSO NIBIRU
Más recientemente Samuel García Barrajón, publico un interesante libro titulado “NIBIRU, si no existe habrá que inventarlo”, donde expone una investigación personal acompañado de datos que arrojan mas evidencia sobre esa increíble posibilidad entorno a la existencia de este mundo milenario y su interacción con los humanos. Después de tenerlo invitado en el programa de Conexión Paranormal, decidimos hacer esta entrevista donde nos dé más detalle sobre algunas preguntas que surgieron después de su visita. Aquí les mostramos la entrevista y esperamos que al final tenga más datos para aceptar o desechar la existencia sobre Nibiru… He aquí la entrevista.

PLATICANDO SOBRE EL PLANETA X
Roberto Samael: Para la gente que no sabe aun de ti… ¿Cuál es tu nombre y a que te dedicas?
Samuel García: Me llamo Samuel García Barrajón, Sam para los amigos, y soy investigador y escritor. Ahora mismo termino de publicar mi primer trabajo editorial “NIBIRU, si no existe habrá que inventarlo”, y también realizo alguna que otra colaboración en diferentes medios de comunicación, como por ejemplo, un artículo que escribí para el número de julio de la revista Año/Cero titulado “APKALLUS: extraterrestres anfibios en Sumeria” y que tiene que ver muchísimo con mi libro. Igualmente hago intervenciones en distintos programas radiofónicos del mundo del misterio. Por lo demás me gano la vida como buenamente puedo con cualquier trabajo que se ponga a mi alcance en esta lucha diaria que tenemos la gran mayoría de la gente para sobrevivir en la actualidad. Hoy en día llevar adelante una autopublicación como la mía, promocionarla, encargarse del marketing y demás, prácticamente genera más gastos que beneficios; pero me siento muy orgulloso de haberlo conseguido y también agradecido de tener la oportunidad de contarlo a través de los medios como Conexión Paranormal.

Roberto Samael: ¿Como y donde inicias a investigar?
Samuel García: Hace 7 años me empecé a interesar por las antiguas civilizaciones y otras culturas. Todo comenzó como un hobbie al que gradualmente le he ido aumentando la cantidad de tiempo dedicado, hasta que casi sin darme cuenta se ha convertido en una especie de vocación, muy personal, sin la cual en este momento ya no sabría vivir. Durante las tres últimas primaveras además, he estado embarcado con el 100% de mi tiempo en esta investigación con forma de libro que ya es parte de mi vida. Y, aunque no estoy especializado en nada en concreto, hay mucho de antropología, astronomía, historia, simbolismo, arqueología, etnología y tantas más disciplinas que forman parte de mis inquietudes intelectuales y de las que me declaro un aprendiz o aficionado.

Roberto Samael: ¿En sí, que es Nibiru?
Samuel García: Nibiru es un astro que bajo distintos nombres como también “Horus de la Duat” o “Ie Pelu Tolo”, aparece reflejado en las tradiciones, documentos y representaciones de tipo astronómico, de distintas y distantes culturas y civilizaciones cuyas raíces se hunden hasta el mismísimo amanecer de la civilización cinco milenios atrás en el tiempo. Nibiru es el nombre que tomó dicho cuerpo celeste en el entorno sumerio o mesopotámico alrededor de los valles del Tigris y el Éufrates en la región del Próximo Oriente. Allí aparece referenciado en varios textos astronómicos que se conservan como el “Mul Apin” o los denominados “Astrolabios”, y también resulta el protagonista del famoso “Enuma Elish” o “epopeya de la creación”. Una excelente y prominente composición dentro del mundo de los sumerios, tan importante para estos que la podríamos considerar su “libro sagrado”, que incluye religión, cultura, identidad, historia, etc. Dado que se muestra como una “estrella” de brillo rojizo que en cierto momento apareció en los cielos y cruzó el firmamento de sur a norte, desde las cercanías de Orión hasta los dominios de la Osa Mayor, no cabe otra opción que asumir que se trata de un miembro desconocido de nuestro Sistema Solar; ya que además se puede apreciar en lo que he investigado, ciertos elementos que hacen pensar en su periodicidad en cuanto a sus avistamientos, es decir, que sigue un ciclo de apariciones por así decirlo. Entonces ¿cometa o planeta? Esa es la cuestión… y me decanto por la segunda. Una de las cosas por las que pienso que se trata de un planeta es porque los dogón catalogan este astro como un satélite de otro más importante como lo podría ser una enana roja o marrón todavía por descubrir también en la gran familia del Sol, y, que entra en las quinielas de muchos científicos a día de hoy bajo las hipótesis de Némesis o Tyche. Así pues, al hablar de Nibiru hablaríamos de un cuerpo celeste que orbita a otro, un satélite, eso es, un cuerpo planetario sin más.

DIOSES INSTRUCTORES QUE BAJARON DEL CIELO
Roberto Samael: ¿Cómo inicias tu investigación sobre Nibiru?
Samuel García: La inicio después de percatarme de que en diversas tradiciones más o menos aisladas entre ellas existe la figura de un astro que sobresale por encima del resto, etiquetado como la cosa más importante y jamás creada, cuyo perfil aparece difuminado o poco relevante dentro del academicismo. Y que por si fuera poco, y al menos en dos de los casos investigados, dicho cuerpo celeste está atado a la figura de unos antiguos y extraños dioses instructores que “bajaron del cielo”. 

Roberto Samael: ¿Tu libro está inspirado en otros investigadores o es investigación personal?
Samuel García: La astroarqueología y el paleocontacto son dos temas que ya han manejado otros autores como Eric Von Däniken, Zecharia Sitchin o Robert Temple entre los más afamados. Mentiría si dijera que no he leído los libros de Sitchin, el cual le vendrá a todo el mundo a la cabeza cuando oiga hablar de Nibiru, pero mi trabajo no tiene nada que ver con el suyo; aunque los dos hablamos de un astro desconocido que pudiese estar habitado dentro del Sistema Solar y con el mismo nombre, he de decir que no comparto el 99’99% de sus ideas. Si bien es cierto que al tratarse de una investigación documental mi libro está repleto de referencias a otros trabajos, en realidad es una investigación personal con conclusiones y razonamientos propios. Creo también, que aunque la hipótesis de los antiguos astronautas esté muy de moda, en la manera que se presenta actualmente resulta estar bastante estancada y atascada, yace en tierra de ninguna parte. Porque está muy bien recopilar estos datos y detalles que sugieren su validez, y merecen seguir siendo investigados, qué duda cabe; pero las cuestiones claves como ¿de dónde venían? o ¿cómo lo podemos corroborar? parece que son evitadas por todos los investigadores ¿Por qué? si este es el kid de la cuestión y ¡debería gozar de la máxima prioridad en este asunto! Entonces mi libro ofrece un punto de inflexión al respecto, porqué se enfoca en su lugar de origen para que se pueda corroborar en el futuro, y también presenta muchísimos datos con los que un astrofísico podría trabajar para iniciar una búsqueda tras la pista de este miembro desconocido y enigmático miembro de nuestro Sistema Solar. Por lo tanto podríamos decir que “NIBIRU, si no existe habrá que inventarlo” es o pretende ser el primer paso de muchos más en dirección a ese encuentro con el protagonista de mi libro y esos presuntos dioses que vinieron del cielo en el pasado y que supuestamente lo habitan. Supongo que el paso del tiempo hará el resto.

LA ATLÁNTIDA O EL DILUVIO UNIVERSAL
Roberto Samael: ¿Qué puede encontrar el interesado por estos temas en tu libro?
Samuel García: Los lectores van a encontrar en este libro cantidad de reflexiones y planteamientos sorprendentes; casi a cada página hay novedades o información que hasta la fecha se ha pasado por alto. Con todo, en este itinerario apasionante tras las huellas de Nibiru, se exponen y recopilan esas leyendas o tradiciones que señalan el encuentro de nuestros antepasados con seres de otros mundos y sus convergencias entre ellas; además de multitud de misterios de las antiguas civilizaciones; nuevos datos y referencias sobre grandes clásicos como “La Atlántida” o “El Diluvio Universal”; los secretos que se esconden detrás de los Textos de las Pirámides, la Esfinge de Gizeh, las grandes pirámides o el mismísimo Zodíaco de Dendera; una fantástica historia sobre el origen de la vida y el Sistema Solar basada en las ideas latentes integradas en las antiguas cosmogonías que como mínimo resulta inquietante; entre muchas cosas más. Pero sobre todo, una investigación seria acerca de Nibiru.

Roberto Samael: ¿Sabes si las culturas de Mesoamérica, en especial los mayas hablan de Nibiru?
Samuel García: Sin duda, una de las cosas pendientes que me quedaron por el camino al cerrar la investigación para publicar el libro, fue un examen a fondo de las tradiciones mesoamericanas, como la maya o la azteca, ricas en astronomía y leyendas sobre dioses instructores como las que he estudiado. Pero a pesar de todo incluí un apéndice sobre la misteriosa cultura de La Maná, en Ecuador, porque presenta una serie de elementos que me hacen pensar en que algo sabían sobre Nibiru. Y dado que esta cultura presenta algunas similitudes importantes con los mayas, no me extrañaría nada que estos últimos también supiesen de este astro, pero todavía no puedo decir nada en concreto porque no he podido adentrarme y conocer profundamente este mundo. Aun así, en la civilización maya, existen otros sorprendentes detalles que me invitan a sospechar esto como la figura de la “serpiente celeste” y una curiosa “zona sagrada celeste” que se extiende desde las Pléyades hasta el Can Menor: dos de los signos de identidad que se repiten en todos los contextos donde me he topado con Nibiru. Así pues la cosa promete para futuras investigaciones que por supuesto, ya tengo ganas de llevar a cabo.

HORUS UN DIOS HALCÓN SE CORRESPONDE TAMBIÉN CON UN ASTRO
Roberto Samael: ¿Cuáles civilizaciones están más relacionadas con este misterioso planeta Nibiru?
Samuel García: Pues aparte de la citada cultura de La Maná, tendríamos a las desaparecidas sumeria y egipcia, así como también a la dogón, vivita y coleando todavía en pleno corazón de Malí. En la sumeria encontramos no menos de 7 u 8 referencias a este astro en los textos anteriormente señalados; eso es mucho teniendo en cuenta las continuas destrucciones que han sufrido sus vestigios. La tradición dogón en cambio, resulta destacable por haber llegado hasta nuestros días y de forma oral, con gran riqueza de elementos que han sobrevivido ¡más de 5000 años! de boca en boca y a través de los símbolos. Y la más bella, donde además se pueden contemplar distintos aspectos de la naturaleza de Nibiru a través de sus grabados y representaciones, es la del antiguo Egipto. Horus de la Duat, el nombre adjudicado a Nibiru en la tierra de los faraones, es la pieza clave en muchísimos aspectos de su propia cultura. La civilización egipcia resulta inconcebible sin la figura de Horus, un dios halcón que se corresponde también con la personificación de un astro, al que consideran y llaman entre otros nombres “la estrella de los dioses”, que por supuesto bajaron del cielo. A este astro lo encontramos en el interior de los textos de las pirámides que tienen la friolera de más de 4300 años, y también en exquisitas representaciones como los denominados “techos astronómicos” u el “Zodíaco de Dendera”. Sin embargo, para los académicos, este cuerpo celeste y su evidente e inmensa importancia han pasado desapercibidos o con más pena que gloria incluso; al igual que sucede con sus homólogos de Sumer o el país Dogón.

EL HOMO ACUÁTICUS
Roberto Samael: ¿Cómo son los habitantes de Nibiru según las culturas antiguas?
Samuel García: Si realmente estos relatos y tradiciones sagradas son verdaderos, estos seres llegaron hace 5000 años a bordo de “vehículos luminosos”, y presentan una morfología muy característica. Nuestros antepasados los describen como mitad pez mitad humanos, con brazos y piernas y cabeza como los del hombre, y luego también con partes del cuerpo escamadas junto con cola de gran pez. En definitiva, una especie de “homo acuáticus”. Y es más, tanto caló el aspecto de estos seres, que los altos sacerdotes sumerios dirigían algunas de sus ceremonias ataviados con un traje, un “disfraz”, con el aspecto de estos seres tal y como se puede apreciar todavía en lo que queda de los grabados de los templos.

Roberto Samael: ¿Por qué crees que la astronomía oficial no acepta este hecho?
Samuel García: Bueno, como todas las ciencias, la astronomía trabaja con pruebas e hipótesis. La prueba física, tangible, de la existencia de Nibiru, todavía no la tenemos porque no lo hemos localizado. En cuanto a hipótesis científicas, tanto en la de Némesis como en la de Tyche, se podría incluir alguna variable con los parámetros que los antiguos nos ofrecen respecto a Nibiru sin ningún problema. Pero el principal inconveniente es que buscar un astro entre el fondo estrellado sin saber a dónde apuntar los telescopios, por muy cerca que este pueda estar, es como buscar una aguja en un pajar. De todas formas, todo lo que parezca esotérico o similar a ojos de la ciencia, difícilmente es abordado por esta, y el mismo nombre de Nibiru lamentablemente ha adquirido dicha connotación… Y eso que los científicos manejan “números” en la actualidad que evidencian que quedan importantes miembros por descubrir dentro del Sistema Solar. Realmente no me parece mal la postura de la ciencia, todo se debe abordar con cierto escepticismo. Esperemos que algún día un astrónomo se anime a contrastar estos datos que presento y que no están peleados con ningún concepto científico.

200 RELATOS EXISTEN SOBRE DILUVIO UNIVERSAL
Roberto Samael: ¿Qué relevancia crees que podría tener para los humanos la existencia de este planeta?
Samuel García: Sin lugar a dudas, si algún día se comprueba la existencia de este planeta, dicho momento marcaría un antes y un después en la historia del hombre, ya nada volvería a ser igual. No solamente se confirmaría que no estamos solos, cosa bastante lógica además, sino que también tendríamos unos “vecinos cósmicos” justo ahí al lado, “a tiro de sonda”, que en unos pocos años se plantaría allí mismo. Y pienso que sólo con que haiga una posibilidad entre un millón de que esto pudiera ser así, ya merece la pena hacer el esfuerzo de investigarlo. 

Roberto Samael: La existencia de Nibiru, ¿afecta a la Tierra?
Samuel García: Sin confirmar su posición, su trayectoria y evaluar por ejemplo sus influencias gravitatorias, no se puede responder satisfactoriamente a la cuestión en sí. Aun así, los dogón nos hablan de grandes lluvias que se producen cuando Nibiru resulta visible en el cielo, por lo que podría estar relacionado. Un fenómeno como este podría ser el origen de los más de 200 relatos que existen sobre el conocido “Diluvio Universal”. Pero hay que tener en cuenta que estas cosas se suelen exagerar y, para ir bien encaminados, sobre todo porque no se han hallado restos geológicos que indiquen lo contrario, habríamos de reducir estos “diluvios” a lluvias fuera de lo común simplemente. No obstante, hay otro elemento dentro de la tradición dogón que se pronuncia, entiendo yo, en el mismo sentido. Y es que sus grandes sabios defienden la idea de que estos cuerpos celestes tipo Nibiru, que orbitan en “vertical” en vez de en “horizontal” como el resto de planetas, pues, de alguna forma son los que otorgan regularidad en sus órbitas a todos los miembros del sistema estelar donde se encuentran, actuando como una especie de pieza de compensación. O dicho de otro modo, sin este tipo de astros  de trazado vertical… El propio Sistema Solar sería un caos. Y por cierto… Ignoro lo que la ciencia puede decir o sabe al respecto, pero me parecen alucinantes estas afirmaciones. ¿Cómo podían los Dogón saber o plantearse eso? No tiene ningún sentido a menos que… Alguien que lo sabía se lo contara.

NIBIRU EXISTE O HABRÁ QUE INVENTARLO
Roberto Samael: Algún comentario final para quienes pudieron leer esta entrevista.
Samuel García: Por supuesto. Lo primero que tengan en cuenta que lo que yo hago son planteamientos y no afirmaciones inamovibles; mi investigación continúa abierta a nuevos hallazgos u otras soluciones aparte de las propuestas. Y bueno, sí me voy a mojar afirmando algo. Dada la cantidad de referencias que me he encontrado a este “astro sagrado”, que no son menos de 50, repartidas en distintos entornos, estoy seguro de que existe. Quizá me equivoque y en vez de un planeta resulte ser un cometa, o quizás sus presuntos habitantes sean un invento de los antiguos o un fenómeno relacionado con el actual fenómeno OVNI y los casos de humanoides; son posibilidades que no descarto. Pero en cualquier caso Nibiru existe, y si no, como dice el subtítulo habrá que inventarlo, al menos para proporcionar una explicación lógica y racional a todas esas huellas suyas que se conservan en el legado de las antiguas civilizaciones.

Roberto Samael: Gracias Samuel.

LOS CIENTÍFICOS OPINAN
Como nos cuenta Samuel García, la comunidad científica no acepta esta teoría y han argumentado en contra elementos como que en 1930, Clyde Tombaugh encontró el planeta Plutón, después de una sistemática búsqueda iniciada por el Observatorio Lowell como resultado de las predicciones de Lowell acerca de la existencia de un miembro adicional en nuestro sistema solar (debidas a la órbita irregular de Neptuno). Sin embargo, se comprobó que la masa de Plutón era diminuta, y una vez analizada la órbita de Caronte la luna de Plutón, se encontró que la masa del sistema era demasiado pequeña para afectar a la órbita de Neptuno. La búsqueda del Planeta X continuó. En 1983 se produjo el lanzamiento del satélite-telescopio infrarrojo IRAS. Basadas en las observaciones de este satélite, en 1984 también un artículo científico en la revista Astrophysical Journal Letters, titulado “Fuentes puntuales no identificadas en el mini estudio de IRAS”, se discutían varias fuentes infrarrojas detectadas de origen desconocido. Este artículo provocó gran revuelo, y el resurgimiento de todo tipo de teorías conspirativas. No obstante, más tarde se descubriría que estos “objetos misteriosos” resultaron ser galaxias lejanas. La comunidad científica niega tajantemente la existencia de un planeta así y ha realizado múltiples declaraciones en este sentido, acerca de que un planeta cercano pero invisible, son simplemente absurdas.

UNA INTERESANTE POSIBILIDAD
No es la primera ni será la última declaración de este tipo que escuchemos por parte de la comunidad científica, pero aun así tenemos interesantes investigaciones como la vertida en este libro sobre Nibiru, que nos abren esa gran posibilidad con elementos históricos que debemos de considerar y que nos hacen replantear la historia, donde cabe ese atrayente evento, la existencia de este vecino del Sistema Solar, ese mundo X, el misterioso Nibiru... ¿No cree usted?